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“El objetivo fundamental de la educación marianista es guiar y orientar al educando en su crecimiento humano, cultivando su interioridad y promoviendo no sólo el acceso a la información sino el deseo de aprender en forma permanente. Es por eso que la acción educadora marianista concibe al educando como sujeto del proceso educativo, activo, participante y creativo, capaz de conformar el sentido de una progresiva toma de conciencia de la propia situación y de la comunidad en que se encuentra inmerso” (Proyecto Institucional, Objetivos generales de la Educación Marianista, pag. 8, pto 6).
El Colegio Marianista de Buenos Aires asume y desarrolla este objetivo, que distingue y caracteriza nuestra propuesta educativa.
En los distintos Niveles nuestro estilo pedagógico guía y orienta el proceso de crecimiento y aprendizaje de nuestros alumnos convencidos de que, en la sociedad del conocimiento, es clave estimular el deseo de aprender en forma permanente.
En tal sentido nos proponemos generar, teniendo en cuenta las particularidades de cada Nivel, un estilo de trabajo autónomo donde el alumno se convierta en un protagonista activo, que pueda asumir progresivamente el esfuerzo que supone el desarrollo de las competencias y habilidades necesarias para su completa formación. Esta formación completa se sostiene y adquiere sentido al realizarse en un marco de compromiso comunitario y de toma de conciencia de la responsabilidad social que dicho compromiso implica.
5 Características de la Educación Marianista
Haciendo propio el espíritu de nuestro fundador, el beato Guillermo José Chaminade, el Colegio Marianista de Buenos Aires busca formar hombres y mujeres que asuman el desafío de construir una sociedad plural, respetuosa de las diferencias, solidaria, democrática y cuidadosa del entorno natural.
Son foco de atención y de ejercicio cotidiano, la puesta en acto de las cinco Características de la Educación Marianista que configuran nuestra Misión:
- Formamos en la fe al intentar educar personas que encarnen el Evangelio, promoviendo un diálogo crítico y permanente entre fe y cultura.
- Desarrollamos un espíritu de familia al crear un ambiente de sencillez y apertura, respetuoso y atento a las necesidades de todos, permitiendo de este modo un desarrollo personal y comunitario.
- Ofrecemos una educación integral de calidad pues estamos convencidos del valor del conocimiento en la sociedad actual y lo entendemos como resultado de un trabajo responsable y de un esfuerzo permanente.
- Educamos para el servicio, la justicia y la paz desde el cuidado en los pequeños gestos escolares cotidianos hasta en las experiencias organizadas en servicio de los más pobres y necesitados.
- Educamos para la adaptación y el cambio al formar cristianos con espíritu abierto y crítico que puedan asumir los desafíos culturales actuales, fomentando el respeto y el amor por la vida, el aprecio y cuidado de la naturaleza como obra de Dios y responsabilidad colectiva.
Con nuestro propio estilo pedagógico, personalizador, socializador, evangelizador y de calidad, hemos acompañado la formación de varias generaciones, desarrollando un sentido de pertenencia característico de nuestro Colegio que nos aporta una riqueza especial como familia y comunidad.
Nuestra historia y nuestras tradiciones, nuestro estilo y nuestra propuesta, nuestros docentes y nuestros alumnos se asumen y distinguen como marianistas, con fuertes raíces, con claras convicciones pero con una mirada abierta y esperanzadora hacia un futuro en el que deseamos ser protagonistas fieles en la misión de anunciar el Evangelio.
La espiritualidad Marianista
Las Características de la Educación Marianista se inspiran en la espiritualidad marianista. El P. Chaminade, guiado por el Espíritu en el exilio de Zaragoza, intuyó nuevas estrategias misioneras, que los signos de los tiempos requerían urgentemente.
Todas las obras educativas marianistas posteriores se inspiraron en ella y en sus tres dimensiones características: un espíritu mariano de fe, la formación de comunidades y el sentido profundo de misión.
La primera de estas dimensiones de la espiritualidad marianista es el espíritu de fe tal como es encarnado en María, la Madre de Jesús. El P. Chaminade no hablaba simplemente de un asentimiento intelectual, sino de la fe del corazón, una fe que es parte de nuestra vida, se interioriza, se expresa y se refleja en la conducta.
La segunda dimensión es la formación de comunidades de fe. Nuestro Fundador sabía que cualquier transformación del orden social requería la acción no solamente de individuos, sino de comunidades de personas que trabajaran juntas con una misión común. Para el P. Chaminade, las comunidades de fe eran la encarnación natural de un cristianismo vivo. Y en el centro de estas comunidades está siempre presente la primera creyente, María, la mujer de fe.
Estas comunidades vivían la fe con un profundo sentido de misión. María, que formó a Jesús para su misión, que meditaba muchas cosas en su corazón y que a pesar del futuro incierto pronunció su fíat, nos formará también a nosotros. El P. Chaminade creía que María, bajo la inspiración del Espíritu, nos hace ser como Jesús en su misión salvadora. La persona y la influencia de María constituyen el hilo conductor de todo el entramado de la espiritualidad marianista.
Espiritualidad y vocación
La espiritualidad marianista influye en el trabajo de los educadores formados en ella. Así, el espíritu de fe ayuda al profesor a ver en los alumnos personas creadas a imagen y semejanza de Dios; a trabajar para que sean no sólo competentes sino también dignos de confianza. Para los educadores de los colegios marianistas el conocimiento de las materias que enseñan y de las técnicas pedagógicas apropiadas debe completarse con el conocimiento de las dimensiones morales y espirituales de la educación.
El P. Chaminade quería que las obras educativas fueran no sólo comunidades funcionales sino comunidades fuertes en la fe. Para mantener unidas estas comunidades infundió y animó un “espíritu de familia” entre religiosos y laicos, profesores y alumnos, colegio y padres, de forma que todos mantuviesen unas relaciones de amistad y mutua confianza. Si un colegio debe ser una comunidad de fe, nuestro Fundador quiso que los educadores –laicos y religiosos– vieran en su trabajo no sólo una profesión sino un ministerio de amor y servicio.
La espiritualidad marianista pretende formar comunidades de fe, no sólo para bien de sus miembros sino para compartirla en la misión. Los colegios marianistas, por tanto, no sólo buscan una educación eficaz, sino que animan a alumnos y profesores a imitar a Jesús en su amor y servicio a los demás. Los educadores de los colegios marianistas tienden a combinar estas dos valiosas realidades: conocimiento y virtud.
En los colegios marianistas, el auténtico éxito educativo consiste en que sus alumnos sean fieles al espíritu del Evangelio y lo testimonien en su vida, formen comunidades de fe al estilo de las comunidades cristianas primitivas y se sirvan de sus conocimientos para trabajar en la transformación de la sociedad.
En la situación actual, los educadores tienen la tentación de preguntarse si sus esfuerzos pueden ser eficaces para remediar las terribles injusticias del mundo. Trabajamos para aliviar las necesidades inmediatas y nos esforzamos para conseguir una mayor justicia social, pero tenemos que recordar que las necesidades más profundas son las que nosotros solos no podemos remediar. El hambre más profunda es el hambre de amor, el hambre de Dios. La liberación más auténtica es la libertad de ser hijos de Dios en unión con todos los hombres. Y el conocimiento más valioso no es la mera comprensión cognitiva sino el que procede del amor a los demás.
Los educadores que transmiten el saber para hacer crecer el amor siembran semillas que producen frutos duraderos y preparan el campo en el que puede crecer una cultura impregnada de vida, de paz y de amor. Nuestras comunidades educativas han de esforzarse por testimoniar la esperanza de que esta misión es posible.
Proyecto Educativo Pastoral
Presentamos una vez más este Proyecto Educativo Pastoral (PEP) con actitud de agradecimiento a todos los que han hecho su aporte y reflexión en la elaboración de este documento.
El PEP para nuestros centros educativos es un material de reflexión y acción para todos los integrantes de la Familia Marianista.
En él nos encontramos con el desafío de integrar lo educativo y lo pastoral, que debemos afrontar en nuestra misión compartida: “educar evangelizando”, esa es la meta de nuestro caminar juntos.
La educación marianista pretende no separar educación y evangelización, como si la educación fuera por un lado y la catequesis por otro. Por eso nuestro Proyecto es a la vez Educativo-Pastoral, y nos desafía a que la calidad de nuestro servicio educativo esté impregnada y sostenida por nuestra fe y los valores del Evangelio, vividos en comunidad, en el espíritu de familia que compartimos.
Buscando que nuestros alumnos puedan transformarse en ciudadanos responsa- bles y honestos, con una desinteresada actitud de servicio, con profundas conviccio- nes democráticas y un decidido compromiso con la justicia, que sean personas solida- rias que trabajen por la paz y por el cuidado de la Casa Común.
Junto con el PEP volvemos a publicar otros dos anexos importantes: “La Educación Marianista desde América Latina” y “Misión y Espíritu”. Ambos documentos nos estimulan a hacer realidad nuestro Proyecto Educativo Pastoral en el contexto que nos toca vivir.
Esperamos que cada educador, cada directivo, cada familia que lea este material sepa aprovecharlo y pueda reflexionar los objetivos propuestos, los principios desarrollados, los desafíos y las metas a cumplir.
Participamos en una Red Educativa Marianista (REM) que nos une, amplía nuestro horizonte educativo y social y nos ayuda y estimula a llevar a nuestra práctica educativa nuestro PEP.
Ojalá este material ayude a repensar nuestra tarea y nuestra misión, y juntos nos comprometamos a vivirlo y trabajarlo para hacerlo vida en la realidad cotidiana de nuestros centros educativos.
El Papa Francisco, educador también, viene proponiendo activar un Pacto Educati- vo entre todos los que participamos dentro de una comunidad educativa: alumnos, docentes, familias, directivos, colaboradores. Él suele insistir en que eduquemos la mente, el corazón y las manos. O sea que unamos el pensamiento con los sentimientos en todo lo que hacemos, buscando que todo ello sea cada vez más coherente, con una concepción educativa humana y cristiana.
Les pedimos a Jesús Maestro y a María, nuestra madre, que sigan siendo el Pilar que nos sostiene y nos sigan dando su aliento y esperanza. Que nos acompañen en esta misión educativo/pastoral para que podamos concretar el sueño de nuestros fundado- res los beatos Guillermo José Chaminade y Adela de Trenquelleon. Si cada uno de nosotros lo intentamos vivir a nivel personal seguramente lograremos también transformar nuestra sociedad en una comunidad mejor, más humana, más justa e igualitaria, en definitiva: más evangélica.
Santiago Peluso Presidente de la REM
Descargar el PEP haciendo clic aquí
Contrato de adhesión de familias y colegio
Según lo establecido por la Ley 24.240 y sus modificatorias, publicamos los documentos que conforman el Contrato de adhesión y las condiciones generales a las que los estudiantes del Colegio Marianista se hallan sujetos.
Normas de convivencia para el Nivel Inicial
Normas de convivencia para el Nivel Primario
Normas de convivencia para el Nivel Secundario